A propósito de mi reciente boda, he estado reflexionando sobre las relaciones de pareja.
No es que haya un gran cambio en mi vida después del casamiento ya que mi pareja y yo convivimos hace mucho tiempo, pero esta ceremonia ha tenido un gran simbolismo y me tiene más sensible y pensativo que de costumbre.
Estar en pareja es crear y alimentar un vínculo de amor a través de un proyecto, un plan de a dos a futuro.
Aunque en la lista no esté comprar una casa o tener hijos, pensar qué haréis el fin de semana que viene, compatibilizar las actividades con los grupos de amigos de cada uno, ya son planes de a dos a futuro.
Ni hablar si se vive bajo el mismo techo. Los gastos, la decoración, el orden, la logística diaria, todos esos son proyectos que han de realizarse de a dos.
Y en cada una de esas tareas y actividades pueden surgir incompatibilidades. Porque somos personas distintas, personas que se juntan pero que provienen de entornos familiares, muchas veces hasta entornos socio-culturales, diferentes.
Los gustos, las costumbres, las ideas preconcebidas en base a las historias vividas por cada uno pueden posicionarnos de manera dispar respecto a una misma situación.
Te doy un ejemplo sencillo: a uno le gusta madrugar y al otro no lo sacas temprano de la cama ni con la policía. ¿Cómo se resuelve un fin de semana para una pareja de ese estilo?
Haciendo concesiones, de uno y otro lado. Cediendo con respeto, respeto al otro y respeto a uno mismo.
Si es un sábado sin planes concretos, el madrugador se levanta sin hacer mucho ruido, busca algo que disfruta de hacer solo, y deje al otro seguir durmiendo.
Si es un sábado en el que se ha acordado pasarlo en el campo, tocará al que le gusta dormir hacer el esfuerzo de levantarse temprano para poder aprovechar el día en la naturaleza.
Y la proporción de sábados deberá ser más o menos pareja para cada tipo de actividad. De manera que ambos cedan de su parte y reciban concesiones del otro en justa cantidad.
Suena fácil. En este ejemplo tan doméstico lo es. Pero, el equilibrio es inestable y no quieres, por hacer a tu pareja feliz, un día encontrarte escarbando en la relación buscando algún resto de esa persona que eras cuando te enamoraste.
«¿Dónde puse a esa persona? ¿Dónde está ese «yo»? ¿Y cómo me he perdido en este «nosotros» en el que nos hemos convertido tú y yo?
¿Cómo puedes estar en una relación y no perderte a ti mismo; cómo puedes formar parte de un «nosotros» sin dejar de ser tú?
Lo que hace que estar en una relación sea complicado es que ofrece la oportunidad de vivir dos experiencias completamente diferentes.
- Por un lado, es una oportunidad para que dos individuos se apoyen mutuamente en el aprecio y el amor por la persona que es su pareja. Ambos miembros de la pareja se ven reforzados por esta sociedad y crecen como personas.
- Por otro lado, las personas pueden entrar en una relación con la fantasía de que esa unión aliviará sus inseguridades, heridas y problemas no resueltos de su pasado. Así la pareja carga con una mochila que no la deja despegar y la condena a repetir patrones que la mantienen en formas infantiles de relacionarse.
Entonces, ¿qué puedes hacer para asegurarte de que tu relación sea una en la que tú y tu pareja prosperen?
Qué hacer
El objetivo de una relación es estar cerca y, a la vez, seguir manteniendo una identidad como persona independiente.
Cuando las personas nos encontramos en ese estado de independencia, cuando sabemos preservar nuestra individualidad, somos más felices, optimistas, seguros de nosotros mismos lo que nos vuelve más capaces de tener intimidad, amor y pasión en una relación.
Cómo seguir siendo tú mismo en una relación:
Esto no es una receta de cocina pero, como siempre, hay algunos buenos consejos para poner en práctica. Aquí van:
Mantén tus intereses.
Cuando dos personas se enamoran sanamente, se experimentan a sí mismas y al otro como individuos separados con identidades distintas, con sus propias ideas, intereses y amigos. Es esa individualidad la que hace interesantes el uno para el otro.
- Mantén los intereses que eran importantes para ti antes de involucrarte en esa relación.
- Conserva las amistades que eran importantes para ti cuando estabas soltero o soltera.
- Anima a tu pareja a mantener los intereses que siempre han sido significativos para él o ella.
- Promueve que tu pareja mantenga las amistades que eran importantes para él o ella antes de conocerle.
Establece una comunicación significativa
Dos personas que comparten la vida juntos tienen mucho de qué hablar. Es importante cultivar un forma abierta y compasiva de hablar y escuchar al otro.
- Mantén una comunicación significativa con tu pareja asegurándote de que es algo más que una simple charla, una cháchara superficial o conversaciones prácticas.
- Sacad tiempo para sentaros juntos y hablar de vosotros personalmente.
- Mantened el contacto visual cuando habléis.
- No os limitéis a hablar de vuestra relación o de los niños; cada uno de vosotros debe esforzarse por hablar de sí mismo mientras el otro escucha.
- Escucha a tu pareja con compasión y sin juzgarla; con el mismo respeto que ofrecerías a cualquier otro ser humano.
Dale importancia a tu relación sexual. La sexualidad no es sólo una expresión íntima de amor entre dos personas, sino también un aspecto importante de lo que eres como adulto. Presta atención a tu sexualidad: disfruta del juego del coqueteo, de la ternura del contacto afectivo y de la pasión de hacer el amor.
- Coquetea: es íntimo, sexy y divertido. También es una forma de reconocerse como personas distintas.
- Dedica tiempo a ser romántico, planea una cita nocturna. Dedica al romance el mismo tiempo y voluntad que a los demás aspectos de su vida en común (hijos, carrera, etc.).
- Está plenamente presente al hacer el amor. Mantén el contacto visual y anímate a hablar mientras te relacionas. Desconecta del resto del mundo para estar realmente juntos en el aquí y el ahora.
Entonces:
Individualidad + Comunicación abierta y compasiva + Intimidad
Tres aspectos básicos a cultivar que no sólo te preservarán de perderte, sino que sumirán a tu pareja y a ti en un círculo virtuoso en el que cada uno será, por sí mismo y por la relación, su mejor versión.
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