Libérate de la mentalidad de «pobre de mí»

¿Estás preparado para dejar de sentirte una víctima?

Una víctima, según el diccionario, es alguien que ha sido atacado, herido, engañado o perjudicado por otra persona o por un acontecimiento desagradable.

Todos hemos sido heridos y dañados alguna vez en nuestra vida, si no física, emocionalmente. Y todos nos vemos alguna vez perjudicados por acontecimientos desagradables.

En ese sentido, todos somos víctimas puntuales, en momentos, de los retos y dificultades de la vida.

Sin embargo, hay personas que se sienten víctimas todo el tiempo, independientemente de sus circunstancias.

Los que tienen una mentalidad de víctima siempre son víctimas, al menos en su propia mente. Mantienen una identidad de víctima constante y ven la vida a través de unas gafas perpetuamente teñidas de victimismo.

Todos conocemos a personas que de manera constante comentan injusticias cometidas contra ellos: cómo los demás les niegan lo que necesitan, quieren y merecen, les controlan contra su voluntad y les obligan a hacer lo que no quieren. O cómo la vida está en su contra y el universo está diseñado para castigarlos, personalmente.

Quizás tú mismo seas alguien que experimenta la vida de esta manera. Si éste es tu caso, te digo:

mentalidad de víctima

Ni sentirse víctima de la vida, ni relacionarse con alguien que está convencido de ser la víctima de la vida, es fácil. Ambas situaciones son dolorosas… y tienen remedio.

¿Cuáles son las causas de la mentalidad de víctima?

Éstas son algunas de las posibles razones para desarrollar la mentalidad de víctima:

  • Experiencias de traumas pasados en los que se desarrolló esta mentalidad como mecanismo de defensa
  • Múltiples situaciones negativas en las que no se tenía sensación de control
  • Dolor emocional continuo que te hace sentir indefenso o atrapado, de modo que te rindes
  • El hecho de que alguien haya traicionado tu confianza en el pasado te hace sentir que no puedes confiar en la gente en el futuro (especialmente en un padre o una pareja)

Pero hay una muy poderosa, que sigue a cualquiera de éstas. Luego de un tiempo en el rol de víctima aparece….

  • …La ganancia secundaria

La ganancia secundaria es lo que realmente te mantiene en ese rol.

¿Qué gana la eterna víctima?

¿Por qué la gente se comporta así? Adoptar una mentalidad de víctima tiene ventajas ¡Por supuesto!

Pero antes de hablar de lo que supuestamente gana la víctima con su actitud voy a ser muy claro en lo que pierde:

Las supuestas “ventajas” de ser la víctima tienen un precio muy alto: tu libertad, tu independencia, tu autonomía.

 Si te mantienes en el rol de víctima pierdes la hermosa posibilidad de ser el responsable de tu vida.

Pero veamos algunos de esos supuestos beneficios (que cuestan tan caro):

  • No hay que rendir cuentas. Ser responsable de tu vida significa que estás en el asiento del conductor. Eso puede asustar a alguien que tiene una mentalidad de víctima. Tendrías que admitir que la vida no es sólo el resultado de las acciones de otros. Asumir la responsabilidad rompe el caparazón protector del victimismo.
  • Alguien con mentalidad de víctima busca inconscientemente ser el centro de las conversaciones y de las preocupaciones de los demás.
  • Satisface necesidades inconscientes. La validación, la simpatía, la atención y hasta el acceso a medicación o ayudas económicas son ejemplos comunes de beneficios secundarios.
  • Evita asumir riesgos. Proyectar la culpa en los demás es una parte clave de la mentalidad de víctima. Es una forma de evitar ser vulnerable y asumir riesgos. Los riesgos los corren los otros.

¿Trabajas de víctima?

Es normal que te sientas insatisfecho en algunos aspectos de tu vida. Pero es importante observar el panorama general. Si observas patrones similares en diferentes áreas de tu vida, es posible que tengas una mentalidad de víctima.

El primer paso para resolver un problema es identificarlo y reconocerlo. Busca estas señales en ti mismo para ver si has adoptado una mentalidad de víctima:

¿Culpas a los demás de cómo es tu vida?

¿Crees realmente que el mundo está en tu contra?

¿Te cuesta afrontar los problemas de tu vida y te sientes impotente ante ellos?

¿Te sientes atascado en la vida y afrontas las cosas con una actitud negativa?

¿Sentirte mal por ti mismo te da alivio o placer?

¿Atraes a personas que culpan a otros y se quejan de su vida?

¿Te resulta difícil ser autocrítico y hacer cambios?

Cómo renunciar al papel de víctima

La mentalidad de víctima es un comportamiento aprendido. En otras palabras, no es algo con lo que se nace.

Se aprende en un entorno social. Puede ser aprendido de los miembros de la familia o el resultado de un trauma.

Por esto mismo, tienes el poder de superarlo. ¿Cómo? Aunque sea un tema complejo para el que es probable que precises acompañamiento, puedes empezar a aplicar de a poco las siguientes actitudes:

Asume la responsabilidad. Tú eres el único que controla tus acciones. Quizá no puedas controlar a los demás, pero sí controlas cómo reaccionas ante ellos. Tú controlas con quién pasas tu tiempo y dónde. Date cuenta de tu potencial y ponte al frente de tu vida.

Autocuidado y compasión. La mentalidad de víctima se adopta inconscientemente como una forma de enfrentarse a la situación, a menudo a partir de heridas pasadas. Sé compasivo contigo mismo en tu recuperación. Practica el autocuidado y el amor propio. Ya vimos cómo llevar un diario puede ser una herramienta útil para trabajar con sus sentimientos.

Empieza a decir que no. Puedes decir que no a algo que no quieres hacer. No pasa nada. Aunque los demás sientan que los estás defraudando, cuida tu energía y priorízate a ti mismo. 

Edúcate. Lee libros sobre la mentalidad de víctima y cómo afecta a tu vida. Considera la posibilidad de hacer terapia o buscar acompañamiento en este proceso. Cuanto más te eduques sobre el tema, más probable será que te mantengas en el camino de la recuperación y evites volver a tu antigua forma de pensar.

Con estos simples consejos te estoy invitando a andar el camino hacia la libertad.

La libertad implica responsabilidades, pero la ganancia es tan enorme que, una vez empieces a experimentar el sentimiento de que eres el dueño de tu vida, ya no volverás atrás y las responsabilidades se convertirán en parte de tu gozo.

Foto por ammar sabaa en Unsplash

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